[BG] Parchomancia – La pérdida de las llaves (2/3) Info - 09/05/2023 - 16:00
Volver a la listaEres Kirdor el goblin, residente en la torre de los desafíos, servidor de Mord, el gran mago de cabeza pequeña (por no decir que la ha perdido o la ha hecho desparecer) y, una vez más, te espera un día de trabajo. Mantener una torre de 42 plantas, no es algo que se haga solo, ¡eh!
Como cada mañana, te despiertan las primeras luces del alba en tu buhardilla, bajo el tejado. Te gusta cuando es el sol el que te despierta y no la lluvia goteando por todos los agujeros de la techumbre de la torre.
Kilibilibili…
Esos pli, plic incesantes en los baldes, los cuencos y los vasos te dan ganas de hacer pipí…
Je, je, je… ¡pero no hoy!
Estás bajo los rayos de luz que se entrecruzan en tu barraca, sentado en la mesa para llevarte a la boca tu último mendrugo de pan. En un pergamino, dibujas una hogaza debajo de un manojo de llaves para acordarte de volver a hacer uno: el maestro suele pedirte cada tanto que tomes notas de sus palabras para recordárselas después, pero siempre se olvida de que no sabes escribir…
¿Y qué diferencia hay? ¡Haces un esbozo de lo que tienes que acordarte y ya está!
«¡OOOOOOH!…»
Tan recto como las líneas de una partitura.
«¡Kirdor!… ¡KIRDOR!… Pero, ¿dónde se habrán metido esas malditas llaves, Kirdor?»
Es el maestro que cada mañana vuelve a descubrir que ha perdido las llaves de su torre.
42 llaves para acceder a 42 plantas. ¡Has de reconocer que semejante mazo no se pierde todos los días!
«¡LAS HA PERDIDO, MI MAESTRO! gritas tú para que él, que está unos pisos más abajo, te oiga. No se preocupe, ¡todos los aventureros del Mundo de los Doce lo saben gracias a sus carteles!
—¿Qué carteles?…»
¡No hay tiempo de entretenerse más! Como cada día, vas a limpiar la torre de cabo a rabo y de arriba abajo. Desenvainas tus trapos para quitar el polvo a las figuritas de tu habitación, barres rápidamente, recoges los jalatós de polvo con tu pala y los tiras por la ventana. Ya pasarás la bayeta esta noche cuando subas con un cubo…
Segunda planta: Sala de los portales
Bajas a la sala de los portales.
Por ahora no está demasiado sucia, pero cuando los aventureros lleguen por miles, yendo y viniendo de Incarnam, Astrub, Bonta o Brakmar, ¿¡quién va a limpiar las huellas de los pasos de todos esos inútiles!? ¡EL MENDA!
Mientras tanto, recoges el polvo y la cera fundida, sacas brillo a los cofres y a otra bola luminosa azulada…
Primera planta: Misiones
Ahí es donde realmente van a empezar los problemas…
Para empezar, en solo unos segundos, identificas los desmanes de los otros residentes: un charco por aquí, una deyección por allá, ¡y un montón de hojas de papel suspendidas en el aire por toda la habitación!
«¡Ah! ¡Kirdor! ¡Por fin has llegado! exclama tu maestro a tu llegada. ¿Qué estabas haciendo?
—Estaba fregando la segunda planta y mi barraca, mi maestro.
—¿En qué planta estamos nosotros?… Yo diría que en la 1. Pues 1 + 1 = 2 ¿estás de acuerdo? Si lo miramos desde otro punto de vista… 1 + 1 = ¡11! ¡Y eso es algo muy lindo!
—Sí, mi maestro. ¿Sabe si puedo tirar todas estas hojas de papel?
—¿Quieres decir tirarlas para siempre?
—Supongo que sí, mi maestro.
—Te autorizo a hacerlo, pero también eres libre de guardarlas para hacer bolas de papel. Así podrías tirármelas y yo fingiría que me haces daño diciendo: ¡Ay! ¡Uy! ¡Madre mía!
—Está bien, mi maestro.»
Recoges las hojas e intentas ordenarlas. Pones en un lado las hojas que tienen alguna esquina doblada y en otro las que no. En algunas de ellas hay una firma «Otemak».
En la torre hay muchos residentes pero, que tú sepas, ninguno de ellos responde a ese nombre…
Un poco más lejos te topas de frente con una deyección.
Te diriges al osamodas que rebusca en la biblioteca a solo unos pasos:
«¡Cleo Sobuco! ¿Me puedes explicar de dónde viene esta excreción?
—¡Yo no he sido!
—He pensado que ha podido ser una de tus criaturas…
—¡Ninguno de mis tesoros sería capaz de hacer algo semejante! Vamos, quiero decir de este tamaño y de esta consistencia… ¡Además los estoy buscando por todas partes!
—¿Entre los libros de la biblioteca…?
—Sí. Tengo un jalató al que le encanta leer.
—… No pasa nada… Kirdor lo va a recoger.»
Un poco más lejos pisas un charco. ¡Kilibilibili!
Al lado, Ellie Nyage está ocupada susurrándole a su pergachuza.
«¿Cómo explicaría esto, señora?
—¡Hola, Kirdor! ¿Has visto la cara que me acaba de poner mi pequeña pergamorcita?
—No, señora. Yo veía más bien el charco que acababa de dejar…
—¿Tú crees que las aves se alivian así? Yo creo que ha sido una criatura de Cleo: ¡son mucho más grandes y dejan rastros por todas partes en la torre!
—… No pasa nada… Kirdor lo va a recoger.»
Planta baja
Ya estás en la planta baja…
No es solo que no te guste el desorden, sino que te encanta ordenar.
Y pensar que, desde que se perdieron las llaves, ya no puedes acceder a las plantas inferiores…
Te pones a imaginar la cantidad de polvo que debe de acumularse ahí: por todas las esquinas, en todas las palancas. Piensas incluso en esa sala misteriosa en la que tienes prohibido entrar. ¿Qué se esconde ahí? ¿¡Y debajo de qué montaña de polvo debe de estar!?
Pero… ¿qué...?
«¡Erand Lestat! ¿¡No te he dicho que guardes tus bolsas de sangre en un lugar fresco!? ¿¡Qué hacen aquí desperdigadas de cualquier forma por la mesa baja de la entrada!?
—Ssss… ¡es verdad, sir Kirdor! Estaba a punto de hacerlo cuando alguien ha llamado a la puerta y he dejado todo por venir a abrir… Sss… ¡qué mala suerte!
—No pasa nada… Kirdor lo va a recoger. Pero quién e… ¡¡¡POR TODAS LAS BAYETAS!!!»
Descubres al patán de bigotes, que está de pie más recto que la justicia cerca del mostrador, con las botas mugrientas y ves que también hay restos de barro hasta la puerta de entrada:
«¡¡¡LAZARUS!!!
—Yo me llamo Lazarus. Antes era el jefe de un grupo de aventureros. Nuestro objetivo era desentrañar los misterios de la pergamigromancia de este mundo. Después de nuestro encuentro con…
—Conozco el percal, le respondes mientras lo acompañas hasta la puerta. Cuando tenga noticias de tus amigos perdidos, te avisaré»
¡Blam!
Ufff…
Kilibilibili…
Con la espalda pegada en la puerta, respiras un momento antes de volver hacia el mostrador con la escoba en la mano.
«¿Kirdor? Sss… ¿sabes dónde podría poner mis bolsas de sangre?
—En la despensa sir Lestat… ¡Pero no las ponga al lado de la mermelada de frambuesa!»
Aunque tienes menos plantas que limpiar, agradecerías muchísimo que alguien se dignase a responder tu mensaje. Ese mensaje en el que pides un poco de ayuda…
Toc, toc, toc.
¡Es una señal de los Doce! Vas corriendo hacia la puerta… pero, en medio de la precipitación, te caes tirando un frasco al pasar mientras tu querida escoba sale disparada debajo de la mesa baja. ¡Kilibilibili!
La tapa del frasco gira sobre sí misma un momento antes de que vuelva a hacerse el silencio.
Te levantas y vas a girar la llave en la cerradura.
Solo puede ser alguien que ha venido a ayudarte a limpiar después de haber descubierto tu mensaje en una botella…
CONTINUARÁ…
¡TEMPORIS RETRO II: PARCHOMANCIA empieza el 10 de mayo!